La casa tradicional molinera, que aún podemos encontrar en las zonas más antiguas del pueblo, solía contar con espacio para los animales. Las familias solían ser numerosas, por lo que era habitual tener que compartir la habitación, o incluso la cama. La cocina solía ser un espacio para el encuentro familiar. La relación vecinal era muy cercana, siendo los vecinos una figura de apoyo mucho mayor de lo que lo pueden ser hoy en día.
A medida que Laguna comenzó a crecer en población, el número promedio de personas que formaban una familia disminuyó. Las casas se llenaron de utensilios y electrodomésticos que permitieron reducir el tiempo dedicado a las tareas domésticas. Con el tiempo, los pisos y los adosados dejaron a la casa molinera atrás como forma de vivienda más habitual.
El desarrollo demográfico, técnico y material en los hogares ha permitido que actualmente gocemos de mayor tiempo libre y comodidades. Pero puede que esto también nos haya hecho perder parte del contacto intrafamiliar y de las relaciones vecinales que surgían en los quehaceres del día a día.
Soñar con lo mejor del pasado y el presente para encaminar el futuro es posible. Algunas ideas que permitan seguir mejorando los hogares y las relaciones entre los vecinos de Laguna de Duero podrían ser:
- Apoyar el asociacionismo como red vecinal.
- Permitir mayores espacios de colaboración y participación, como en los presupuestos públicos, decisiones en materia de festividades u organización de eventos.
- Proporcionar ayudas y espacios de asesoramiento a la eficiencia energética de los edificios.
- Impulsar el alquiler social o el apoyo a la emancipación juvenil.
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